旅せんと
思ひし春も
暮れにけり
Tabi sen to
omoishi haru mo
kure ni keri
¡Justo cuando salia
De paseo,
La primavera
Puso fin a sus dias!
Tabi sen to
omoishi haru mo
kure ni keri
¡Justo cuando salia
De paseo,
La primavera
Puso fin a sus dias!
Kemushi no ue ni
Tsuyu no tama
Noche fugaz
Las perlas del rocio
Sobre la oruga
Sin embargo aquella mañana se levanto con una sensación rara. Al principio no le dio la mayor importancia. Se lavo los dientes con el mismo cepillo que había usado desde hace meses, mientras pensaba en lo picante del sabor de la pasta. Se vistió con la misma parsimonia que tiene un perezoso escalando un árbol, sin la necesidad, que cada día le acompañaba, de ir mas rápido para llegar antes a ninguna parte.
El desayuno que tomo esa mañana también le pareció distinto; el café no estaba aguado y la tostada estaba lo necesariamente crujiente como para poder disfrutar el crujir en la boca. Una vez pagado el desayuno se fijo por primera vez en la camarera, en su pelo moreno que le caía casi descuidadamente sobre el hombro izquierdo y que trataba de colocar en su sitio con graciosos vaivenes de cabeza. Una sonrisa asomo a sus labios cuando la observo.
Al salir a la calle se dio cuenta de que ya no era un extraño en el mundo y, por primera vez en mucho tiempo se sintió a gusto rodeado del resto de la humanidad. Una vez más volvió a disfrutar del sexo, del café y de los pájaros, de las miradas furtivas, de los malentendidos, las sonrisas cómplices, las caricias, el teatro, el cine y la compañía de los que habían sido sus amigos
Pero poco a poco esa sensación agradable fue diluyéndose hasta que un día ya no se despertó con su compañía. Al parecer nos acostumbramos rápidamente tanto a lo bueno como a lo malo Ni se dio cuenta; se lavo los dientes con rapidez, se vistió apresuradamente y, antes de salir a la calle le dio un beso en la boca a ella; cerró la puerta de la calle y se dirigió a su coche mirando el reloj.
No se dio cuenta, hasta un tiempo después, de que ya había vuelto a perder la ilusión; de que volvía a hacer las cosas como un autómata, a levantarse, trabajar, volver a casa, una sonrisa fingida, una cena por compromiso, una copa para olvidar y un polvo para recordar.
Pero nada de aquello le preocupaba porque, y en eso si había cambiado, en su interior albergaba la esperanza de que todo aquello sirviese, al final, para algo mas que vivir sin mas y morir sin mas: Esperaba dejar, de alguna manera, su huella en el mundo
Un horizonte pleno de edificios, el color negro absorbiendolo todo, no solo porque casi toda la película es de noche, sino por que todo en ella es oscuro, de un color oscuro, de un tono pardo, húmedo, sucio, desordenado. Pero a la vez se nos muestran unas escenas llenas de poesía, de belleza visual; de belleza pero a la vez de dureza, siempre duras, como buen cine negro que, casi en el fondo, es esta película.
Sin duda de que el futuro será así. No se si con chimeneas escupiendo fuego en una ciudad inmensa pero a la vez inmensamente vacía; inmensa porque desde el primer momento no se delimitan las fronteras, los edificios son inmensos y el mas inmenso de todos es la central de Tyrell corporation, que como una pirámide se yergue en lo que bien puede ser el centro de la inmensa urbe. Inmensamente vacía porque, a corta distancia, en detalle se nos muestra un mundo en el que la gente ya no quiere vivir y solo quedan los que no pueden marcharse y están condenados a soñar en la soledad con horizontes que solo los Replicantes han podido ver.
Y precisamente los replicantes son el centro de la trama. Son seres humanos creados por ingeniería genética, perfeccionados y elevados a la categoría de superhombres, aun cuando sen prostitutas de bar u obreros especializados. Seres con una vida corta pero intensa que no pueden estar en la tierra. Son proscritos y apestados
Dentro de esta urbe, en un rincón apartado, solo, de las calles magníficamente dibujadas por Ridley Scott, espera y desea esperar el protagonista: Deckard, magníficamente interpretado por Harrison Ford. Un personaje sombrío pero a la vez con un tono de inocencia y una mirada abierta y sincera que hacen que el espectador se involucre en su historia desde el principio.
Pero los personajes no son nada sin el ambiente, y en esta película el ambiente es una proeza de imaginación y de ambientación. Los detalles cuidados al máximo, el ambiente de la calle que absorbe al espectador y que se convierte en el protagonista de muchas escenas, como la de la persecución de la replicante por las calles. También la ambientación de los espacios, como la sala donde Deckard interroga a la sobrina de Tyrell, con el sol en el fondo velado por una pantalla, o el apartamento de J.F. Sebastián, donde seres creados artificialmente por él mismo le acompañan en su soledad.
Sin embargo, una vez que conocemos a los protagonistas: los replicantes dirigidos por Roy Batty (Rutger Hauer), la sobrina de Tyrell (Seang Young), Deckard, Tyrell, J.F.Sebastian y el resto de secundarios, el protagonismo se va dividiendo entre el propio Deckard y el replicante Roy Batty. Ambos forman una pareja, cada uno el némesis del otro, cuyos destinos se deben cruzar inexorablemente al final de la película. No en vano, la misión de Deckard es eliminar a los replicantes, es un cazarrecompensas, un Blade Runner, que cumple con su trabajo muy bien. Y cuando solo quedan los dos protagonistas, en ese momento mítico ya, encima de ese edificio viejo y desolado, cuando Deckard y Roy se encuentran cara a cara, y en el único momento de la película donde podemos ver la luz del sol, el replicante dice las palabras que nos llevan al climax de la película
“Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.”
Es esta una película sin duda esencial, única en su concepción y elegante en su producción. No diré mas acerca de su argumento, espero que estas palabras impulsen a aquellos que aun no la han visto a verla porque cuando lo hagan descubrirán una película que va mas allá de la imagen, mas allá de la historia, mas allá de la ciencia ficción. Es una película que trata de la vida, del derecho a vivir, del amor, de la desesperanza y de la esperanza. Es, en fin, una película digna de verse porque nos recuerda que la vida debe ser vivida y que nadie puede arrebatarnos ese derecho. Y para los que no queráis verla, siempre podéis leer el libro en el que esta inspirada: "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", de Philip K. Dick
Eddward Jenner se percató de que una variante de la enfermedad, la viruela de las vacas, también ejercía el mismo efecto inmunitario con respecto a la viruela convencional en las personas que la habían contraído. El 14 de Mayo de 1796 extrajo materia infectada de un individuo afectado por la viruela de las vacas y la inoculó a James Phipps, un niño sano de ocho años, que prontamente desarrolló una fiebre leve y pequeñas lesiones. Dos meses después inoculó nuevamente al niño, pero esta vez con el virus de la viruela convencional, sin que la enfermedad llegara a desarrollarse.
A pesar del buen resultado en la experiencia con el joven James; los cientificos de la época se oponen al tratamiento de Jenner con el argumento que aquellos que si utilizasen dicho método, llegarían, poco a poco, a asemejarse a un vacunoKareeda ni
Karasu no tomarikeri
Aki no kure
Sobre la rama seca
Un cuervo se ha posado
Tarde de otoño